Así mismo, se deben diseñar materiales y contenidos acorde a la Educación Digital que demanda hoy en día la sociedad (Cabero, 2004). Para ello, los docentes deben cambiar los diseños y las metodologías tradicionales que han venido utilizando hasta la actualidad.
Con el uso de las TICs en Educación seguimos planteando el mismo tipo de actividades a los alumnos/as, sólo que utilizando las Nuevas Tecnologías (Gros, 2012). En nuestra opinión, esto es un verdadero error, ya que no basta con utilizar las TICs sino que hay que cambiar la metodología empleada, adaptándose a las nuevas circunstancias y demandas pedagógicas del contexto, adquiriendo un nuevo perfil docente. Como maestras que somos, nos planteamos la siguiente pregunta “¿De qué sirve que una Pizarra Digital sea novedosa, si luego hay algunos docentes que la usan del mismo modo que una pizarra tradicional?” No tiene sentido cambiar de medios (pasar de lo tradicional a lo tecnológico y novedoso) si no se cambian las metodologías y si no se forman a los docentes para que éstos sepan utilizar los nuevos medios y materiales curriculares.
Según Gros (2012), es recomendable el uso de la Tecnología e Internet como metodología docente porque permite que los maestros/as tengan un registro sobre las actividades que realizan los alumnos/as y, por tanto, pueden diseñar entornos de aprendizaje afines a las necesidades e intereses de los estudiantes y profesores (en las Investigaciones Educativas ocurre lo mismo). Finalmente, el hecho de que se pueda utilizar Internet para obtener datos, compartirlos y difundirlos hace que se puedan ampliar los conocimientos de forma instantánea. Consideramos que esto es muy importante en la sociedad actual, ya que estamos inmersos en la Era Digital. Pero como hay tanta información disponible a través de Internet, es necesario evaluar la fiabilidad de esa información para seleccionar la que es adecuada y la que no lo es (Tejedor, 2008).

Tejedor (2008) comienza afirmando que todo cambio supone una mejora. Por eso, la innovación educativa busca mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. En este sentido, es necesario que hablemos de los cambios legislativos que se producen en el ámbito educativo, derivados de: valores políticos, filosóficos, etc., de un país, estado, Comunidad Autónoma…
Según Gros (2012), para mejorar las investigaciones, se precisa de la colaboración multidisciplinaria e interdisciplinaria de los investigadores porque el trabajo en equipo siempre es más productivo que el individual, ya que cada vez son más complejas las cuestiones que se investigan.
De ahí que Cabero (2004) proponga, entre otras medidas, crear grupos de trabajo de modo que todos los integrantes puedan participar: diseñadores, programadores, técnicos, docentes, alumnos y pedagogos.
Tejedor (2008), comparte esta misma opinión señalando que cualquier aportación de cualquier ámbito profesional, puede enriquecer nuestra práctica. Por eso, debemos enriquecernos de las diferentes investigaciones, indistintamente del ámbito del que provengan, incluso aprovecharnos del campo de la medicina, en el que él se centra con profundidad. Se basa concretamente en la creación de la Innovación Educativa Basada en la Evidencia (IEBE), a partir de un caso de Medicina.
Nosotras consideramos que no sólo se necesita la colaboración entre los investigadores sino también del resto de profesionales: médicos, economistas, estadísticos, agricultores... Si se une el conocimiento que tiene cada uno de ellos, el aprendizaje será más significativo y se ampliarán las posibilidades de la investigación. Si la investigación sólo la lleva a cabo un investigador, éste no será un experto en todas las temáticas y puede que se le escapen muchos datos a la hora de investigar. Además, también creemos que realizar conclusiones a partir de investigaciones adecuadas, permite tener una opinión mucho más rigurosa y, sobre todo, respaldada sabiendo que proviene desde un punto de vista de un experto y, por lo tanto, permite realizar conclusiones mucho más rigurosas y realistas.

Así, Area (2005) señala que la mayoría de estudios de tecnologías digitales de educación escolar, tratan sobre: presencia de las TICs en educación, sus efectos en el rendimiento de los escolares, las actitudes hacia su uso y la práctica en contextos escolares. Nos propone que los cuatro tipos de estudios realizados deberían ser complementarios y nunca excluyentes, porque cada uno de ellos tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. De ahí que si uniéramos todos de forma conjunta, lograríamos conseguir una realidad mucho más significativa.
Estamos completamente de acuerdo con este autor, ya que las investigaciones no deberían ser excluyentes sino complementarias para obtener, así, una visión mucho más global del estado actual de las TICs, aportándonos información no sólo del uso o de las actitudes del profesorado, sino también del punto de vista pedagógico, instrumental… combinando así todas las variables posibles, avanzando y adquiriendo mejoras de las diferentes investigaciones.
Del mismo modo, Area (2005) y Vidal (2006), defienden y apuestan por investigaciones que no sea únicamente de tipo cuantitativa, porque ofrecen una visión muy poco realista y además superficial de la realidad. En nuestra opinión, compartimos esta idea, ya que de nada sirve pasar, por ejemplo, un cuestionario a los docentes de un centro sobre el uso de las TICs en los centros educativos, si luego desconocemos cómo las aplican en la realidad. En este sentido, puede que un centro tenga una alta dotación tecnológica y haga un uso frecuente de las TICs pero, sin embargo, desconozcan sus aplicaciones a nivel pedagógico y no sean capaces de extraer su máximo potencial educativo, que es lo verdaderamente imprescindible a nivel escolar.
Por otro lado, hemos podido comprobar que en Investigación, a la hora de formular preguntas, éstas se exponen con la mera intención de realizar un determinado trabajo o conseguir una publicación, pero sin ningún interés de obtener resultados buenos y fiables de investigación (Gros, 2012). Es decir, a muchos de los investigadores actuales les interesa investigar por obtener un alto prestigio social, económico, etc., pero no porque estén interesados en solucionar o mejorar un determinado problema. En esta línea, Cabero (2004) nos muestra su misma idea, exponiendo que lo único que verdaderamente interesa no es tener una buena fundamentación teórica, sino que salga a la luz la investigación y llegar a unos resultados que demuestren que estas herramientas son más eficaces que las tradicionales, porque realmente es lo que está de moda, es la novedad y lo que los medios de comunicación promueven en la sociedad. Por eso, hay que hacer ver que son exitosas.
Así mismo, Gros (2012) pone de manifiesto que son bastante pocas las investigaciones las que se centran en investigar a larga duración y muchas las que se dedican a investigar en breves períodos de tiempo. En nuestra opinión “¿No sería mejor que varios investigadores unieran sus ideas para dar respuesta y lograr una mejora en la temática trabajada, aunque les llevara un mayor período de tiempo?” De este modo, podríamos progresar y dar respuestas a los problemas existentes ya planteados.
En cuanto a los tipos de investigaciones llevadas a cabo, casi la mitad de ellas son descriptivas, seguidas de las experimentales y de los estudios de caso (Gros, 2012).

Según Gros (2012), el proceso llevado a cabo en una Investigación es cíclico porque se puede repetir tantas veces como se desee: primero se analizan las necesidades y el contexto, se revisan otros estudios sobre el tema, se elabora el marco teórico. Luego, se diseña la propuesta. Después, se aplica el experimento varias veces para mejorar la intervención. Más tarde, se diseña y se aplica una intervención fundamentada, se analizan los resultados y se hacen modificaciones y revisiones hasta que ya no se puedan extraer datos importantes. Mientras que para Tejedor (2008) el proceso es el siguiente: formular preguntas susceptibles de ser respondidas, buscar información sobre el tema en fuentes fiables, evaluar la información encontrada, aplicar los resultados en la propia práctica, evaluar nuestra propia práctica y añadir posibles mejoras, y dar a conocer los resultados obtenidos a otros profesionales.
Así mismo, Tejedor (2008) hace referencia a tres tipos de modelos a la hora de utilizar los resultados de una investigación: “de investigación, desarrollo y difusión” (relacionado con el diseño curricular y los materiales educativos), “de interacción social” (orientado a la difusión de ideas para conectar con los problemas reales), “de solución de problemas” (parte de las necesidades de los clientes, es más específica). Lo importante de estos tres modelos es que todos ellos aporten datos nuevos y válidos desde un punto de vista científico y profesional.
También, Cabero (2004) señala diferentes líneas de Investigación que se pueden abordar en un futuro. Éstas son muy variadas y pueden ayudar, tanto a los investigadores como a los futuros investigadores, a elegir una temática específica y concreta de estudio. Este mismo autor, afirma que, en general, las Revistas sobre Educación apenas cuentan entre sus publicaciones con artículos sobre Investigación Educativa, es decir, a pesar de que ofertan infinidad de artículos, la mayoría son fundamentaciones teóricas y pocos se basan en investigaciones llevadas a la práctica. La que más artículos dispone y muy variados es la Revista “Pixel-Bit. Revista de medios y educación” (Cabero, 2004).
Finalmente, Cabero (2004) opina que, a medida que pasa el tiempo, cada vez realizamos más Investigaciones de gran calidad. En nuestra opinión, esta idea se opone un poco a las ideas expuestas anteriormente, ya que reflejan que casi todas las Investigaciones llevadas a cabo se realizan sobre los mismos temas, son prácticamente teóricas y los resultados no se llevan a la práctica para conseguir mejoras educativas. Lo que sí es cierto es que, como cada vez disponemos de una mayor información en un tiempo inmediato, permite contrastar múltiples trabajos e informaciones sobre el tema estudiado y avanzar, así, en la temática planteada.

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Conclusiones:
Despuès de todo lo dicho con anterioridad, podemos decir que hoy en día existen muchos trabajos de investigación sobre las nuevas tecnologías de la información y comunicación en el ámbito educativo, pero sin embargo, son muchas las limitaciones que éstas poseen. En este sentido, pocas investigaciones son las que aportan datos de interés y mejoras significativas para poder avanzar, ya que solo hay un interés teórico y no se tiene en cuenta el ámbito práctico, que es donde se encuentra la realidad educativa y los posibles problemas a surgir. Además, para todo ello, es completamente necesaria la colaboración interdisciplinar entre investigadores y además, que las investigaciones sean de largo tiempo no durante períodos breves, ya que cuando se investiga, es necesario investigar bien para poder abordar los posibles problemas y plantear soluciones. Por todo ello, podemos concluir señalando, que todavía queda mucho que avanzar en este campo, para lograr investigaciones significativas , coherentes y útiles.
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Referencias bibliográficas:
- Area, M. (2005). Las tecnologías de la información y comunicación en el sistema escolar: una revisión de las líneas de investigación. Relieve: Revista ELectrónicas de Investigación y EValuación Educativa, 11(1), 3-25
- Cabero, J. (2004). La Investigación en Tecnologías de la Educación. Bordón: Revista de Pedagogía, 56(3-4), 617-634
- Gros, B. (2012). Retos y tendencias sobre el futuro de la investigación acerca del aprendizaje con tecnologías digitales. Revista de Educación a Distancia, 32, 1-13
- Tejedor, F. J. (2008). Innovación Educativa Basada en la Evidencia (IEBE). Bordón: Revista de Pedagogía, 59(2-3), 475-488
- Vidal, M. del P. (2006). Investigación de las TIC en la educación. RELATEC: Revista Latinoamericana de Tecnología Educativa, 5(2), 539-552